martes, 3 de enero de 2017

Sí. Llegué a casa.
Indemne.
Caí en la trampa del cansancio
y quise dormir de vacío.
Me hice algo rápido.
De una lata.
Me quité los zapatos y las andanzas.
Me puse delante del espejo primero,
y después, de la pantalla.
Me encontré con la noticia de madrugada.

Sí. Llegué a casa.
Ileso.
Comí y bebí algo antes de ir a la cama
y quise soñar de vacío
con el estómago trampa
que se llenaba.
Me puse las zapatillas y la bata.
Me dispuse a terminar la noche
sin empezar el alba y...
Me encontré de bruces en la atalaya
que permite ver los toros desde la barrera
y en el cine la batalla.

Sí. Llegué a casa
sin heridas.
Sin dolores que me atormentasen
y quise yacer de vacío
entre la luna y la alborada.
Comí un bocata.
Me desaté las melenas y las canas.
Me dispuse a romper el cansancio
sin caer de nada, y...
encontré la masacre retransmitida,
teletransportada
a mi propia habitación, como si nada.
Y sí, llegué a casa
sin cortes de piel
ni uñas rotas
ni abrazos que asaltan,
Para al final ver el horror
que me contaban.

Sí. Llegué a casa
sin dolores que dolieran
como dolió
la llegada.

DR. MGF.
REVIENTA POESÍA.

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