Un día robé un beso en tu mejilla
y me sentí malsano de repente
que quien roba no se gana la semilla
solo es mas que vulgar: un delincuente.
Y preso de mi culpa me escondía
pensando que al final sería atrapado
y detenido por la ley, la policía
de los besos que han de ser juzgados.
Solo un ladrón puede tomar lo que no es suyo,
solo un ladrón puede quedarse lo robado,
solo un ladrón disfruta infame del arrullo
de un beso que queriendo ha hurtado.
Así culpable, convicto y reo me sentía,
no pude dormir, mi conciencia estaba loca
así que arrepentido, yo quería
devolverte lo robado
y como ladrón que vuelve al lugar de ese delito
dejar el beso hurtado...
en tu boca.
DR. MGF.
NUEVE.
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