jueves, 26 de mayo de 2016

El día que se me acabó el ketchup: 
Ese día supe que mi vida no era de niño perpétuo
ni de tardes de burguer, ni de perdones.
Y que ser comunista no ayuda a la hamburguesa
y que las verdaderas mujeres no están detrás de una coca-cola.
ni siquiera en la puerta
de la despensa de un restaurante.
Ese día supe que las horas se vuelven momentos
cuando se comparten
y días y años cuando se sufren,
que el final nunca llega.
Que los olivos no dan aceitunas rellenas
ni las uvas vienen cebadas el uno de enero.
Ni los reyes magos siguieron a una estrella
ni siquiera esa estrella llegó de ningún lado.

El día que se me acabó el ketchup:
Ese día supe que los cerdos existen y son sacrificados
en perpétuo aquelarre de mantanza pre-escrita
Y que ser piadoso no me hacía más sabio
y que las hamburguesas no eran salchichas.
Ni siquiera en la puerta
de un local que se olvida.
Ese día supe que el amor tiene un tiempo cerrado
cuando se comparte
días y años si es que se sufren,
y que el final nunca llega.
Que el funghi e pepperoni no es el sabor de tus besos
que no hay vino que remede el color de tus labios
y no hay sustancia que me mantenga con vida
solo una estrella... solo esa estrella
que sigo recordando.

El día que se me acabó el ketchup
Ese día supe que acabaría rindiendo un abrazo
un último abrazo a esa niñez
que nos tuvo enamorados.

DR. MGF.
NUEVE.

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