miércoles, 29 de octubre de 2014

Quedan cinco minutos para que se acabe el día de la madre.
Esa que se ha desmadejado en dejarnos en abrazos
esa que se perdió en noches perdidas de dormirnos
aun con fiebre.
Yo, ahora que quedan cuatro minutos
ya no pienso en un contrareloj para unas felicidades
pienso en mañana, y pasado mañana...
en felicitar todos los días a las personas buenas
que nos han regalado la vida
y no sabían ni siquiera...
ni siquiera...
que ese regalo venía envuelto
de su placenta...
de sus días de desconcierto
de sus sombras en el no dormir
de su útero y de sus dientes
mientras comía por nosotros
mientras masticaba aquellos días
que se iban hinchando suavemente
en su tripa y en sus formas.
Que perdió por nosotros la figura
y se hizo una a una con nosotros
que se fue un poco más siendo más nuestra
que todos aquellos que se nos vendieron.
Nosotros eramos el regalo, no lo olvidemos
y el lazo era un cordón que del ombligo nos colgaba
y la sorpresa un llanto gritón y un "quiero verlo"
como se quiere ver una aparición más que esperada...
Ya no pienso en un contrarreloj para unas felicidades.
me doy las felicidades de saberlo,
de haber tenido esa salida, esos nueve meses
ese amor, ese bregar y ese sacrificio
que es desdoblarse y desdoblarse...
ya no se una, sino dos... o tres
o un infinito...
pues hoy debo mis mañanas, mis futuros...
y mi ser
a quien no me exige más que perpetúe
esos días, esos días...
LA NIÑEZ.
Pues eso: ni me pienso en un contrarreloj
que no tiene sentido y me arropo en su recuerdo
todos los días, a todas horas, todos los minutos...
pues...yo soy carne de ese cañón...
¿O no se ve?
SON LAS 0,08 DESPUES DEL DÍA DE LA MADRE...
y MAÑANA....TAMBIÉN.

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