miércoles, 29 de octubre de 2014

La última vez que fui a un entierro
a un pueblo perdido en la llanura de castilla
acompañando al difunto desde la iglesia al cementerio
un kilómetro apenas desde las afueras del pueblo.
El camposanto, como todos, llevado hacia el este
y entre las casas y la última morada,
discurría la distancia entre un campo de girasoles.
El entierro a las ocho, pues el funeral fue a las siete
de una tarde de sol que ardía en el cielo.
Claro está, la comitiva, caminando despacio
seguía a pasos cortos una estela de muerte
No había sirenas cantando, no había pájaros
que piaran cerca del camino..., solo había
allá al horizonte, alguna nube... de esas yacientes
que parecen muertas, inmóviles esperando la noche
en un levante rojo de líneas de aire dibujadas
y detrás, un sol naranja, y el cortejo siempre al frente...
En ésto me fijé en los girasoles que iba dejando
paso a paso, linea a linea, todos embelesados
mirando todos juntos, todos, todos a poniente
y a cada metro avanzado, hacia la tumba cierta,
me fui preguntando por los girasoles..que daban la espalda
al coche, al féretro, al muerto, a la gente...
MIRABAN AL SOL QUE LES DA LA VIDA
Y DABAN LA ESPALDA A LOS QUE VAN TRAS LA MUERTE.
Mentiras que nos hacen felices, muertas naturalezas y OTROS ENTES.
DR
MGF.

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